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Licencia Social para Operar: Reflexiones desde Galicia hacia la Sostenibilidad Empresarial

Imagen ilustrativa Licencia Social para Operar

José Carballo, histórico directivo de Finsa y presidente de la Fundación Arume, ofrece un enfoque innovador: situar el valor compartido como eje central de las estrategias empresariales. Según él, “las organizaciones que pongan el valor compartido con los territorios en el centro de sus estrategias de negocio no solo serán más competitivas, sino que serán infinitamente más sostenibles a largo plazo”.

En el corazón de Galicia, las dinámicas entre las grandes empresas y las comunidades locales están marcando un antes y un después en el modo de entender el desarrollo sostenible.

El desafío del valor compartido

El concepto de valor compartido, popularizado por Porter y Kramer, va más allá de la responsabilidad social corporativa (RSC). Se trata de integrar consideraciones sociales y ambientales en la estrategia empresarial, generando beneficios tanto para las empresas como para las comunidades en las que operan. Para Carballo, este enfoque es crucial en Galicia, donde las tensiones entre las comunidades locales y sectores como la energía eólica han puesto de manifiesto la falta de sintonía entre intereses corporativos y sociales.

La creación de 62 parques eólicos impugnados por comunidades locales es un ejemplo claro de cómo las viejas nociones sobre gestión del riesgo comunitario ya no son suficientes. Es aquí donde surge la importancia de una licencia social para operar, no como un trámite, sino como una relación auténtica y sostenible con el territorio.

Lecciones de la minería chilena

Carballo destaca el caso de la minería del cobre en Chile, que ha evolucionado desde una mera protección ambiental hacia la creación de valor compartido bajo el concepto de “minería para el desarrollo sustentable”. Este enfoque implica un compromiso profundo con el desarrollo de las comunidades locales, muy diferente a modelos extractivistas que, a largo plazo, resultan insostenibles.

Para Galicia, este ejemplo sirve de advertencia y guía. Las empresas con proyectos extractivos o energéticos deben reconfigurar sus estrategias para evitar conflictos y construir relaciones de colaboración con las comunidades. Este cambio no solo es ético, sino también estratégico: los beneficios competitivos de integrar sostenibilidad y comunidad son evidentes.

Más allá del conflicto: un llamado a la acción

El debate entre las grandes empresas energéticas y la Xunta de Galicia pone de relieve la urgencia de replantear la relación entre empresas y territorio. Según Carballo, “el territorio es un espacio de valor compartido”, y es responsabilidad tanto de los órganos corporativos como de los gobiernos crear marcos donde estos principios se traduzcan en acciones concretas.

Para lograrlo, no basta con cumplir con la normativa; es necesario involucrar a las comunidades, atender sus preocupaciones y construir juntos un futuro sostenible. Este enfoque no solo reduce los riesgos de oposición, sino que fortalece la posición competitiva de las empresas a largo plazo.


La reflexión de José Carballo nos invita a repensar el papel de las empresas en el desarrollo de los territorios. La sostenibilidad, entendida como una alianza entre comunidad, gobierno y empresa, no es una opción: es una necesidad para garantizar un futuro próspero y equilibrado. Galicia, con su riqueza natural y su carácter comunitario, tiene el potencial de convertirse en un modelo global de cómo el valor compartido puede transformar la economía y la sociedad.

¿Estamos preparados para asumir este desafío?

Fuente noticia: economiadigital.es