La Licencia Social para Operar (LSO) se refiere al respaldo y aceptación que una empresa recibe de sus grupos de interés, como la comunidad, consumidores y autoridades. En el contexto del sector bancario en México, este concepto se vuelve crucial debido a la baja reputación que presentan los bancos. Según un estudio, la reputación de los bancos mexicanos es débil, con un puntaje promedio de 43.1 sobre 100, lo que refleja una falta de confianza y admiración por parte del público.
Esta situación genera vulnerabilidad para los bancos, ya que una reputación baja no solo reduce el apoyo de los consumidores, sino que también expone a las instituciones a una mayor regulación gubernamental y a la crítica pública. La LSO depende en gran medida de la percepción que tienen los consumidores sobre el cumplimiento de las expectativas sociales y económicas por parte de los bancos. Sin embargo, en muchos casos, estas expectativas no se cumplen, lo que afecta negativamente su reputación.
A pesar de que los consumidores esperan que los bancos apoyen el emprendimiento, faciliten el acceso al crédito y promuevan la educación financiera, la percepción es que no logran cumplir adecuadamente con estos roles. En México, en particular, los bancos son percibidos como deficientes en áreas críticas como el acceso al crédito y el apoyo al desarrollo económico del país, aunque son reconocidos por su trayectoria y desarrollo tecnológico.
En resumen, para que los bancos mantengan su Licencia Social para Operar, deben mejorar su reputación entendiendo y satisfaciendo mejor las expectativas de sus consumidores, especialmente en áreas de alto impacto social como el acceso al crédito y la educación financiera. Sin estos esfuerzos, la relación entre los bancos y la sociedad seguirá siendo tensa, y su reputación seguirá siendo un punto débil.